Los conflictos en Europa continúan y en esta ocasión Ucrania solicita a Rusia entregar los cadáveres de decenas de prisioneros de guerra, quienes fallecieron luego de que los elementos de Kiev derribaran un avión militar, de acuerdo con información emitida por Moscú.
El accidente ocurrió el 24 de enero y el Kremlin se ha negado reiteradamente a las solicitudes del gobierno de Ucrania para entregar los cuerpos de los militares. Andrii Yusov, vocero de la inteligencia militar en Ucrania, reiteró la solicitud de las autoridades para abrir una investigación internacional con el propósito de definir si el avión transportaba armas o pasajeros.
Moscú, por su parte, asegura que Kiev asesinó a sus connacionales, sin embargo, el país ucraniano afirma que estas acusaciones surgen por la “propaganda rusa desenfrenada”.
Moscú no solicitó seguridad para el avión de prisioneros de guerra: Ucrania
Ucrania indica que Moscú no solicitó ningún operativo de seguridad para salvaguardar la integridad de los pasajeros durante el trayecto aéreo. En tanto, Dmitry Peskov, vocero del Kremlin, aseguró que Ucrania no ha emitido ninguna petición para la repatrición de los prisioneros.
Vladimir Putin, mandatario ruso, señaló el miércoles 31 de enero que su país insistiría en una pesquisa internacional sobre el derribo del vehículo, el cual aseguró que se trata de un delito cometido por los ucranianos. Así mismo, Yusov señaló que entre los presos ucranianos habían quienes iban a participar
El Comité de Investigación de Rusia informó ayer 1 de febrero que sus investigaciones arrojan que el avión fue derribado por Patrior, un sistema de defensa antiaérea fabricado por la industria estadounidense.
El avión era tripulado por 65 prisioneros de guerra, tres militares y seis miembros de la tripulación. Las víctimas habrían perdido tras el impacto del aeroplano con el suelo, justo cuando explotó y terminó en un inmediato incendio en Belgorod, región cercana a la frontera de Ucrania. Las investigaciones también permitieron identificar más de 670 restos humanos.
Fuente: El Heraldo
