Este 2025, México enfrenta una de las decisiones más profundas y potencialmente disruptivas en su vida institucional: la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial. La reforma, presentada con la bandera de la democracia y el acceso ciudadano a la justicia, promete acercar los tribunales a la gente. Pero en la práctica, se perfila como un campo de batalla donde los partidos políticos han comenzado a manosear lo que debería ser sagrado: la imparcialidad judicial.
En teoría, el ideal es noble: democratizar el Poder Judicial, abrirlo al escrutinio público, acabar con el elitismo togado y romper los círculos cerrados de poder. Pero en la realidad, los partidos han entendido esta reforma no como una oportunidad ciudadana, sino como una nueva cuota de poder que conquistar.
Desde que se anunció el proceso, los partidos han postulado, financiado y promovido perfiles que responden más a intereses de grupo que a méritos jurídicos. Vemos a aspirantes con más horas en mítines que en tribunales, a operadores políticos disfrazados de juristas y a candidatos que no esconden su obediencia ideológica. ¿Dónde queda entonces la justicia técnica, ética e independiente que tanto necesita México?
⚖️ Voto ciudadano sí, manipulación partidista no
Es falso que el voto ciudadano y la calidad judicial sean incompatibles. Pero para que funcione, el proceso debe blindarse de estructuras clientelares, evitar la cooptación política y poner en el centro el perfil profesional, la integridad moral y la trayectoria comprobable de cada aspirante.
Permitir que los partidos tomen el control del Poder Judicial mediante campañas disfrazadas de participación democrática es abrir la puerta a sentencias diseñadas por estrategia electoral, no por el peso de la ley. Es convertir los tribunales en trincheras políticas y las resoluciones en instrumentos de revancha.
🗳️ El reto del votante informado
En este contexto, el voto ciudadano cobra una importancia histórica. No es una papeleta más: es una decisión que impactará la independencia judicial durante años. El ciudadano debe ir más allá del color, del slogan, del spot. Debe preguntar, investigar, comparar. Porque no se trata de elegir al “más popular”, sino al más preparado, al más íntegro, al más comprometido con la ley y no con un partido.
📌 Conclusión: La justicia no es botín
La democracia no se fortalece cuando todo se vota, sino cuando se vota con responsabilidad, con información y con ética. La elección de jueces, magistrados y ministros puede ser un parteaguas, pero solo si los ciudadanos logran defender el espíritu original de la reforma: un Poder Judicial más transparente, más cercano y, sobre todo, más libre del yugo político.
Porque si permitimos que las togas se pinten de colores partidistas, lo que perderá no será solo la justicia, sino la esperanza de una verdadera democracia constitucional en México.
Columna de Opinión Política
Por: [Jaime Antonio Flores Urias]
Medio: GRUPO NOVA RADIO – Análisis Político