En cuanto inicia diciembre, las calles, jardines y hogares de todo México comienzan a transformarse. No es solo por las luces o los villancicos que empiezan a sonar en cada rincón… es por ellas: las nochebuenas, las flores que anuncian que la Navidad ya llegó.
Cada año, estas plantas de hojas rojas, que en realidad son brácteas, se convierten en las protagonistas de las decoraciones decembrinas. En mercados, viveros, tiendas y hasta en las esquinas, destacan como pequeñas llamaradas que iluminan el frío.Pero más allá de adornar, las nochebuenas cargan historia, simbolismo y tradición mexicana.
Originarias de nuestro país, los antiguos mexicas las llamaban cuetlaxóchitl, “la flor que se marchita”, y las asociaban con la pureza y la renovación. Con el tiempo, su presencia se entrelazó con las celebraciones navideñas y hoy no hay diciembre sin ellas.
Las familias las colocan en entradas, mesas, patios y altares; muchas personas conservan la costumbre de regalar una nochebuena como señal de buenos deseos. En escuelas, oficinas y plazas públicas, forman parte de los arreglos que anuncian el espíritu festivo.
Y aunque cada año aparecen nuevos colores,rosadas, blancas, marmoleada, nada supera el encanto del rojo intenso que ya es un símbolo decembrino por excelencia.
Así, diciembre se vuelve un mes donde la tradición florece, literalmente. Porque mientras haya nochebuenas, habrá Navidad en México.
