Tulum vuelve a estar en el centro del debate, y esta vez no por sus paisajes paradisíacos o su vida nocturna, sino por algo mucho más simple y cercano al corazón de los mexicanos: los tacos. Ese platillo que en muchas partes del país se disfruta por menos de 50 pesos, en este destino turístico ha alcanzado precios que rayan en lo absurdo.
Según un artículo publicado por Cultura Colectiva, el restaurante Tacos Papi, propiedad del empresario y actor Roberto Palazuelos, ha provocado revuelo en redes sociales debido a los costos elevados de sus platillos. En este local, una orden de tres tacos al pastor cuesta cerca de 200 pesos, una gringa o sincronizada alcanza los 250, y el famoso “taco de la casa” que se asemeja más a un burrito se vende en 300 pesos.
Incluso el postre más sencillo, como un arroz con leche, supera los 90 pesos. Esta situación ha generado una ola de críticas entre los internautas, que consideran los precios como una afrenta a una de las tradiciones culinarias más representativas de México.

Para muchos, el taco es más que un platillo: es un símbolo de identidad, de comunidad y de acceso democrático a la comida. Pagar lo equivalente a una comida completa por solo tres tacos parece, para muchos, un exceso injustificado, aun cuando se trate de un restaurante ubicado en un destino turístico de alto perfil.
Detrás de estos precios elevados hay varios elementos en juego. El primero es el perfil del turismo que predomina en Tulum, cada vez más orientado al lujo y a experiencias “exclusivas” para visitantes con alto poder adquisitivo. A eso se suma la fama de Palazuelos, cuya figura pública contribuye a atraer atención y justificar precios más altos bajo el argumento de la “marca”.
Sin embargo, el descontento va más allá de lo económico: hay una crítica cultural que pesa con fuerza. Muchos mexicanos perciben con incomodidad cómo el taco ícono de la comida callejera y accesible está siendo transformado en un producto gourmet, perdiendo parte de su esencia original.
En los últimos años, Tulum ha sido objeto de señalamientos por convertirse en un enclave de “lujo tropical”, donde hasta lo más sencillo se vuelve exclusivo y costoso. Pero esta vez, la controversia ha tocado una fibra más sensible: la del valor cultural y emocional que los mexicanos asocian con su comida tradicional.
Al final, el debate sobre los “tacos caros” no es solo sobre precios, sino sobre identidad, clase y autenticidad. ¿Qué estamos pagando realmente cuando compramos un taco a 300 pesos? ¿El sabor, los ingredientes, el lugar… o simplemente el nombre en la fachada?
Tulum puede seguir sirviendo tacos a precios desorbitados, pero cada vez más voces recuerdan que el verdadero valor del taco no está en su precio, sino en su historia: la de un platillo nacido en las calles, hecho para todos, sin importar el bolsillo.
Fuente:Excelsior