Enrique Patrón de Rueda (Mazatlán, 1949) celebrará su 45 aniversario de carrera artística con la interpretación de Réquiem, de Giuseppe Verdi, y Réquiem, de Wolfgang Amadeus Mozart, en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli, los días 1, 2 y 3 de noviembre, como un tributo sonoro al Día de Muertos.
En entrevista con Excélsior, Patrón de Rueda admite que si no hubiera sido director de orquesta, seguramente se habría convertido en pianista, en psiquiatra o veterinario.
Sin embargo, la ópera y la música de concierto son el eje de su historia, que inició en noviembre de 1979, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, donde dirigió El elíxir de amor.
“Entonces yo era un joven que no tenía miedo a nada y cuando la vida me dio la oportunidad de estar frente a la Ópera de Bellas Artes, pues sí me puse nervioso, pero sentí una emoción de querer hacer las cosas lo mejor posible para perdurar y recibir más invitaciones. Ahí estaba mi familia, mis papás, y fue emocionante”, recuerda el artista.
¿Qué cantantes participaron en su debut? “Recuerdo a Angélica Dorantes (Adina), Rafael Sevilla (Nemorino), Salvador Palafox (Dulcamara) y Luis Torres (Belcore). Fue un elenco nacional y, debido a las circunstancias, me tocó hacer esa ópera sin tener un ensayo”.
¿Cómo describiría estos 45 años de trabajo?, se le pregunta al director de orquesta. “Estos 45 años se me han ido en un soplo, la verdad, han sido tantas emociones, satisfacciones, lugares y públicos… y pues estoy muy contento de hacer estas dos obras magníficas e imponentes, así que, de alguna manera, es también un agradecimiento a la vida.
“Como director de orquesta, sin ánimo de ser presumido, he hecho un poquito de todo, desde música popular de Juan Gabriel (en 1990), ópera, música sinfónica y ballet, así que estoy contento con lo que la vida me ha puesto enfrente”.
Patrón de Rueda explica que uno de los conciertos que más le ha sorprendido ocurrió en diciembre pasado, con la OFCM, que convocó a 80,000 personas, aunque hace 24 años dirigió un concierto al que asistieron 150,000 personas.
“Y en el camino de la ópera, te puedo decir, sin presunción, que he participado de las últimas cuatro generaciones de cantantes, incluso me tocó ser maestro interno en las funciones de Turandot que hizo Irma González, que es de las cosas que se me quedaron para toda la vida”, explica.
Admirador de Puccini y de la voz humana, Patrón de Rueda afirma que cuando ubica algún talento vocal, siempre intenta abrirle camino para que triunfe.
¿Qué reflexión hace al ver a 80 mil personas dispuestas a escuchar música de concierto?
“Que lo que te da paz en el espíritu no es elitista. Dudo que alguien no se impacte con un atardecer o una flor, y es lo mismo con la música”.
¿Qué falta? “Sigue faltando la oportunidad para que los grandes públicos escuchen lo bueno. Desgraciadamente, a veces los espectáculos que se le dan a la gente son una invitación a la violencia, y creo que aún las autoridades piensan que (la música de concierto) es un derroche, aunque habría que darles esa medicina y esas vitaminas para el alma”.
¿Qué pasa por su mente cuando lo distraen de su trabajo temas como la guerra o la violencia? “Siento un altísimo grado de frustración al ver a dónde nos están encaminando las circunstancias. Es muy triste el mundo en que vivimos, de verdad, pero creo e insisto en que el arte nos da alegría y esperanza, y por eso habría que invertirle más.
“Yo sería muy feliz si nuestra Presidenta fuera a los conciertos en Bellas Artes, para que vea el talento que hay en México en todas las artes, porque los políticos no se paran en los teatros y eso es muy desalentador, porque ellos tendrían que poner el ejemplo”.
¿Cómo logra desconectarse de esa violencia? “Afortunadamente, vivo frente al mar, así que salgo a la terraza y me digo: ¡Hay esperanza!, todo va a estar bien, hay que seguir echándole ganas. Desafortunadamente, veo las noticias y me desmoralizo por lo que le espera a las nuevas generaciones”.
¿Qué falta en las orquestas del país? “Apoyo, apoyo, apoyo y sacarlas (de la sala de conciertos) para que la gente del pueblo disfrute de esos sonidos maravillosos. Recuerdo que después del concierto de Navidad que mencioné, en febrero pasado, hice un concierto con la OFCM en Iztapalapa, donde la plaza estuvo llena y pues ahí tienes la prueba de la gente quiere la oportunidad de probar lo bello”.
¿Qué le recomienda a los directores de orquesta en ciernes? “Muchas veces, los jóvenes se enamoran de la parte visual del director, es decir, de los gestos, la batuta y de desgreñarse. Es la verdad.
“Pero dirigir es poder transmitir a la orquesta una imagen, una sensación de conjunto para que la orquesta pueda vibrar en el mismo tono y transmitirlo al público. Hay que respetar a los músicos que tienes enfrente, porque a veces a ellos les pueden estorbar esos movimientos de más”, asevera.
Por último, comenta que el próximo 23 de octubre dirigirá la Gala Puccini, en el marco del 52 Festival Internacional Cervantino (FIC).
ARZ