El próximo mes de abril, el tan cuestionado y bombardeado INE renovará a 4 de los integrantes de su Consejo General, quienes al igual que el resto de sus integrantes tendrán la tarea de rehacer el presupuesto del instituto. Así mismo, bajo el lema de “austeridad republicana” deberán organizar y sacar avante la elección 2023 en los Estados de México y Coahuila. Posteriormente, calentarán motores rumbo a la elección presidencial del 2024 donde también se elegirán nuevos gobernadores en La Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Mientras que en Sinaloa ya comienzan a escucharse los tambores de guerra al generarse conflictos por las candidaturas al Senado, ya que la consideran un posible escalón para el 2027, año en que estará en juego la gubernatura del Estado.
En las campañas electorales que actualmente se desarrollan en el Estado de México y Coahuila, abunda el derroche y sobran los invitados especiales, que solo son figuras decorativas que generan mucho ruido y pocos votos. Lo que se vive en estos Estados es un retrato de lo que seguramente se verá en el 2024: campañas donde la agresión verbal y física estarán presentes, acarreos y compra de votos como cada seis años, cual si fueran requisitos que cumplir de gobiernos que se entrometen en lo electoral por la lucha del poder.
La sociedad mexicana verá pasar “el tren político-electoral del 2024”, cargado de ingeniosos dispositivos para crear toda clase de ilusiones en el ánimo del electorado. Las estructuras dominadas por el poder económico y político girarán instrucciones desde las locomotoras guindas, rojas, azules, amarillas, verdes o turquesa, para hacer creer, a través del ruido y los discursos, que el tren va a toda marcha cuando en realidad se encuentra embancado en lodazales de impunidad, violencia, pobreza y corrupción.
Hay que aterrizar en la realidad, dejar de soñar y de aceptar los falsos espejitos electoreros que se nos ofrecen cada final de sexenio. Acabar con la pobreza en seis años es algo difícil; lograr los estándares de salud de países de primer mundo seguirá siendo solo un sueño, mientras no exista voluntad gubernamental para autorizar presupuestos suficientes para generar una mejor infraestructura hospitalaria, así como la creación de nuevas plazas de médicos y enfermeras; y que decir de la corrupción, que es un problema muy complejo y arraigado en la cultura mexicana.
En México, la sucesión presidencial es un fenómeno difícil de explicar, puede generar pasión, alegría, confusión, sobresaltos y hasta temor, principalmente en aquellos que buscan sacarse el premio mayor o de perdida un reintegro (un puesto, negocio o contrato de obra en los gobiernos que entrarán en funciones a finales del 2024).
En el PRI se habla de cambios, de renovación, de democracia y de todo lo relacionado con “modernización”. Sin embargo, su dirigente nacional, ALEJANDRO MORENO, olvida que estos conceptos forman parte de una axiología que no es nueva, puesto que históricamente desde que la base priista está en pie de lucha la mayoría de estos conceptos se han buscado sin poder alcanzarlos. El pueblo que gobernaron por muchos años está cansado de promesas incumplidas, de la impunidad y de la corrupción. ¿Hasta cuándo se pondrá punto final a los vicios y mentiras de dirigentes y gobernantes que han tenido en sus manos los destinos nacionales y locales? El PRI nació con grandes expectativas de unidad, progreso y bienestar para la sociedad ¿Dónde quedaron? ¿Quién se las robo?
En MORENA se habla de seleccionar candidatos a través de encuestas y otros métodos, pero resulta que siguen las mañas aprendidas de su padre (el PRI) y en realidad imponen a los candidatos a puestos de elección popular, candidatos que nunca tuvieron contacto con las bases a representar o que no conocen ni siquiera su seccional y mucho menos han recorrido su distrito electoral. En pocas palabras, inicia el nuevo show electoral llamado “Candidatos elegidos por encuesta popular”.