El Inter acabó con toda esperanza de milagro del Barcelona al imponerse 4-0 al Viktoria Plzen, al que dominó, pese a un inicio protagonizado por los nervios generados por la situación, con la suficiencia de un equipo clasificado merecidamente para los Octavos de Final de la Champions League en el llamado “grupo de la muerte”.
En un San Siro vestido de gala, no falló el Inter a su gran cita con la historia reciente del club, que se clasifica por segunda vez a los Octavos de Final en la última década, de manera consecutiva, además, al tiempo que elimina matemáticamente al Barcelona de la Liga de Campeones.
En los primeros minutos, el conjunto local dejó la sensación de que iban por debajo en el marcador, jugando al borde de la desesperación, buscando un gol a cualquier precio, dejándose arrastrar por la emoción de los aficionados, por la grandeza de la situación, por el vértigo de tenerlo tan cerca.
Se fue soltando el Inter con el paso de los minutos viendo que tenía domado a un Plzen que no generó peligro y dominó claramente el partido. Pero seguía sin llegar el gol.
Defensivamente estaba todo controlado, el Plzen no generaba peligro. Faltaba lo más importante, y de ello se encargó Mkhitaryan en el minuto 35.
A partir del gol el Inter fue otro. Mantuvo el dominio, pero lo disfrutó animado por una grada alegre, que empujó a los suyos al segundo tanto para espantar cualquier atisbo de sorpresa.
Dumfries, Dzeko, Lautaro, Dimarco, Mkhitaryan… Fue un acoso constante de un Inter que volvió a encontrar el gol por medio de Dzeko, que definió dentro del área con la pierna izquierda asistido por Lautaro.
La felicidad de la noche interista no la completó un gol cualquiera, sino el tanto de un Lukaku que regresó al campo de un tras una lesión de dos meses. La fiesta se desató en los minutos finales en la grada.
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