A 210 años de su independencia, México debería de ser un país económicamente fuerte, seguro en la inversión, libre de corrupción y democráticamente un ejemplo a seguir en Latinoamérica y otros lugares del Mundo. Sin embargo, la realidad dice lo contrario, las alternancias en la presidencia de la República con FOX y CALDERÓN, de poco sirvieron para impulsar el bienestar del pueblo mexicano. Los gobiernos revolucionarios desplegaron banderas en contra de la pobreza pero estamos más pobres y endeudados que antes. El neoliberalismo acabó con varias empresas propiedad del Estado y la madre corrupción fue lubricante en el sector público.
En México, cada vez es mayor el encono social, ante lo que está sucediendo en el ámbito económico, político y social. Con el covid-19 los problemas florecieron y se convirtieron en descontento popular. Por todas partes se escuchan quejas de falta de atención hospitalaria, oxígeno, medicamentos y decesos que siguen enlutando a la sociedad; y que no decir del desempleo, la inseguridad pública, la impunidad y la corrupción al más alto nivel.
En lo político, se perdieron las formas, los dirigentes de los partidos solo buscan aumentar sus prerrogativas y ganar posiciones de poder. A los políticos solo les interesa ganar posiciones en gobierno de todos los niveles y en el poder legislativo desde diputaciones locales, federales y Senado de la República, y con ello vender votos en aprobación de leyes no cabildeadas, mucho menos consensadas en la sociedad. Reformas estructurales van y vienen, se aprueban leyes al vapor, como si con ello se jugara a la democracia, dando mucho circo y poco pan.
No hay como vivirlo para darnos cuenta del grado de inconformidad producida por el covid-19 y otros factores que han influido y se han conjugado entre sí, para generar el llamado encono, por no decirlo de otra manera, que nos guste o no, estará presente en el proceso electoral del 2021 y puede hacer mucho daño a gobiernos, partidos políticos y candidatos, con un voto no reflexionado.
Los legisladores con sus genialidades de aprobar leyes y decretos, son responsables de la impunidad imperante, leyes que nos venden a través de la publicidad como si fueran de gran beneficio para la sociedad. Se puede robar miles de millones de pesos y es un delito menor, por lo tanto se puede disfrutar de libertad y cuentas abultadas en el banco. Se detiene infraganti a delincuentes que roban, asesinan o violan, pero hay que respetar sus derechos humanos, de otra manera se violan sus garantías y puede quedar en libertad. Pregunto ¿Y las garantías del ciudadano dónde quedan y quién las protege?
En Sinaloa, nos invaden de publicidad y nos venden la idea de que tenemos un Estado seguro, pujante y lleno de progreso. En materia de inseguridad pública y economía, nos comparan con otras entidades del país, como si estuviéramos en competencia, en una forma de hacernos caer en la conformidad y el olvido de lo que realmente vivimos.
Los legisladores sinaloenses no cantan mal las rancheras, con el agravante de que no han hecho nada productivo, puros pleitos, discusiones en redes sociales y confrontaciones por los desaseos en las cuentas públicas. Tóquele a quien le toque, las cuentas públicas deben ser supervisadas con lupa, revisar el ejercicio correcto de los presupuestos y que no solo sirvan para acalambrar funcionarios del presente y del pasado. Quien la deba que la pague, pero cero impunidad ante leyes torcidas y hechas para robar.
El Gobierno Federal, siempre nos mantiene con la esperanza de que ahora si habrá progreso y bienestar, pero estamos viendo que hay poca inversión pública, la pobreza aumentan año con año, y ya afecta a más del 50% de los mexicanos. También nos dicen que los indicadores económicos nos favorecerán pero vemos que la inversión extranjera es mínima y aumenta la violencia.
La percepción ciudadana muestra que nada es creíble por la crisis económica y de salud imperante, pero también porque en las declaraciones de funcionarios y políticos prevalecen las falsedades y la simulación. Es un juego con doble cara. De los legisladores se percibe que la mayoría no están preparados y también hacen de la simulación una constante. Los sueldos, comisiones, bonos y gastos de representación que se les dan son un insulto al país y al pueblo que dicen representar, y más cuando son salpicados por sobornos para la aprobación de reformas estructurales como la energética, que derrumbó honras, salpicó a grandes personajes y sigue como Tsunami bañando de lodo, pero sin lograr que pisen la cárcel.
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