‘Es la que determina la felicidad y el bienestar de ambos; además, si sacas a pasear a tu perro, podrás hacer ejercicio, ese ejercicio que tú sabes es fundamental para tu buena salud’
Una y otra vez se ha demostrado que para todos los seres humanos, pero en particular para nosotros, los viejos, la compañía de un perro puede ser de la mayor importancia para su bienestar, e incluso su salud.
Mi querido viejo: en el mundo hay dos clases de personas, las que se llevan bien con los animales y las que, por diversas razones, no se llevan bien con ellos.
Las primeras son, por supuesto, una inmensa mayoría, y podemos imaginar cómo en los albores de la historia los primitivos seres humanos, después de luchar contra los animales que encontraban, matarlos y comerlos, se dieron cuenta de que los podían domesticar, y que a la larga su presencia podría ser útil; así nació la ganadería y en todas partes del mundo se crían animales grandes: vacas, caballos, toros, búfalos y aún elefantes, y pequeños: ovejas, cabras, gallinas, patos, conejos y, en especial, perros de las más diversas razas.
¿Y qué decir de quienes aborrecen a los animales? Prefiero guardar silencio porque ellos no saben las experiencias que están perdiendo. ¡Lástima!
Y el hombre aprendió a vivir y convivir con el perro, perros grandes, perros chicos, perros hermosos, perros feos (algunos horribles), que han sido por siglos los acompañantes de los seres humanos y, como bien sabes, hay una industria gigantesca dedicada a la atención, cuidado y alimentación de los perros.
¿Por qué te platico esto?, porque una y otra vez se ha demostrado que para todos los seres humanos, pero en particular para nosotros, los viejos, la compañía de un perro puede ser de la mayor importancia para su bienestar, e incluso su salud.
Y es que la enfermedad más importante que nos puede aquejar se llama soledad, y la soledad se presenta si un querido viejo no tiene familiares y vive solo, pero también puede ocurrir si vive en medio de una familia que no le hace caso, que no lo procura, que no lo escucha, que no se interesa por él; y entonces, la presencia de una mascota —y el perro es la mascota ideal— puede cambiar todo el panorama, porque el perro establece una misteriosa relación con su amo, con la mirada puede expresar lo que muchos seres humanos no expresan, con sus actos da testimonio de esa fidelidad que va más allá de lo imaginable.
Y esa relación, querido viejo, transforma al amo y tú lo puedes comprobar al ver que no hay ningún querido viejo que, teniendo un perro como compañero, sea hosco, agrio o malencarado; ejemplos abundan, pero yo conozco a dos amantes de los perros, uno de ellos no tan viejo, que han sido jurados en certámenes canófilos internacionales, Francisco Navarro y Luis Vázquez Gallo Real, quienes confirman en su vida diaria que el contacto con los perros los hace optimistas, amables, triunfadores en todo lo que intentan en sus vidas; y aquí en Excélsior hemos leído a María Luisa La China Mendoza, cuyo amor por su perro se hace patente una y otra vez.
Si tú tienes un perro, querido viejo, mis felicitaciones, porque sabrás que todo lo que digo es verdad, y si no lo tienes y a veces te sientes solo, es el momento de decidir si adoptas uno; no importa la raza ni la condición, algunos amigos han adoptado a perros semejantes al célebre “solovino” de Abel Quezada, un perro callejero que llegó sin saber de dónde y se refugió en su casa; otros han adoptado un perro después de recibir la orientación de un experto veterinario; sea como sea, esa tenue y sutilísima comunicación entre el animal y el humano es la que determina la felicidad y el bienestar de ambos; además, si sacas a pasear a tu perro, podrás hacer ejercicio, ese ejercicio que tú sabes es fundamental para tu buena salud.
Cierto, querido viejo, no hay nada más hermoso que el contacto diario con un ser querido, esposa o esposo, compañera o compañero, pero si eso no se da, esa mascota en la que estás pensando puede ser la fuente de tu bienestar.
Fuente: Excélsior
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